UNA
MIRADA SOCIOLÓGICA DEL CONOCIMIENTO: Mignolo y Bourdieu. Desde “La Geopolítica del
conocimiento y la diferencia colonial” y “El Campo científico.
Por:
Félix A. Vargas A.
Para
abordar este esfuerzo de lectura, análisis y crítica hemos seleccionado dos
obras que se insertan en la perspectiva sociocrítica y decolonialista para
ajustarnos a los criterios planteados en este ejercicio de reseña
bibliográfica. La primera de ellas le pertenece a Walter D. Mignolo cuyo tema
se enfoca en “La Geopolítica del conocimiento y diferencia colonial”. En ella,
Mignolo desarrolla como propósito explicitar el concepto de diferencia colonial
epistémica que se deriva de la colonialidad del poder y que trasciende las
posiciones de la derecha y la izquierda en cuanto a alcances epistemológicos
resultado de la globalización y la universalidad. Específicamente, Mignolo
intenta comprobar su intuición que Dussel, Wallerstein y Quijano se ubican en
posturas opuestas.
Para
cumplir con tal propósito e intuición, subdivide Mignolo su desarrollo teórico
en cinco subtemas orientadores de su discurso: la civilización occidental y el
sistema mundial moderno/colonial, la filosofía de la liberación y la descolonización
de las ciencias sociales, el capitalismo histórico y la colonialidad del poder,
la colonialidad del poder, dependencias y eurocentrismo, eurocentrismo y
geopolítica del conocimiento y cierra este escritor con una conclusión que
resume los principales argumentos desarrollados en su texto. Interesante pero
complejo discurso que amerita un ejercicio de discernimiento y análisis y
relación al tomar y entrecruzar perspectivas de autores diversos.
Vistas
estas consideraciones preliminares, este autor sostiene que el concepto e
imagen de modernidad se separan de aquellas que definen y simbolizan al sistema
mundial moderno. El lenguaje y el sistema de léxicos de las ciencias sociales
son criterios distintivos del sistema mundial lo que le permitió a estas participar
del cuestionamiento de la modernidad ante la entrada del postmodernismo a lo
que Dussel prefiere significar como de
transmodernidad. En esa perspectiva
crítica, se sitúa el análisis del sistema mundial derivando en la inferencia de
una modernidad y una colonialidad que son inseparables, la segunda es un
elemento constitutivo de la primera y no una consecuencia.
Estos
son los ejes temáticos que puntualiza Mignolo en su primer subtema. El segundo
se enfoca en la teoría de la dependencia la cual ha sido muy criticada
permaneciendo intacta en su razón de ser. Se consolida, según este autor, la
dependencia como la estrategia principal para ejercer el poder colonial lo que
implica una respuesta externa mientras que el análisis del sistema mundial equivale
al estudio crítico interno. Ello conduce a concebir la expansión occidental en
los órdenes económico, político, educativa e intelectual sin que se considerará
en las diversas perspectivas la diferencia colonial epistémica lo que origina
una solicitud de un nuevo sentido común de De Sousa. Mignolo desmitifica la intención de
planetarización de las ciencias sociales de Wallerstein calificándola como una
opción colonizadora intelectual.
Continúa
Mignolo con un cuestionamiento de las ideas de Vattimo y su ontología
hermenéutica del ocaso y la contrapone a
su concepción de geopolítica del conocimiento del sur, argumentando la
imposibilidad de la filosofía occidental de ser una filosofía política de
inclusión. Niega la colonialidad del ser como una continuación de la filosofía
del ser occidental desprovista de historicidad y hace emerger una necesaria
perspectiva desde un punto geográfico y considera además la diferencia colonial
epistémica. Elementos que vienen a enriquecer
los puntos de vista y la visión para quienes no somos expertos en estos
estudios filosóficos, sociológicos o en general esfuerzos intelectuales.
Aún
más, Mignolo avanza en su discurso introduciendo el análisis de las ideas de
Deloria y Bernasconi al coincidir el primero con Dussel en separarse de las
cosmologías occidentales mientras que el segundo motiva a pensar en la
filosofía deconstructivista y reconstructivista africana orientada a una deconstrucción desde la exterioridad para
una descolonización de la filosofía como un proyecto de liberalización. Pues de
esta manera la transformación del saber y de lo social se origina en cambiar la
precariedad por una descolonización del saber.
En
esta perspectiva y en concordancia con lo expuesto Mignolo se adentra en el
capitalismo histórico y la colonialidad del poder. Para ello toma como clave la
concepción de capitalismo histórico de Wallerstein centrado en la expansión
histórica del capitalismo y su gradual transformación adoleciendo de incluir la
exterioridad económica que gira alrededor de la plusvalía. El estudio de Wallerstein resulta para
Mignolo herramienta útil que le permite argumentar con una analogía entre
filosofía y economía la debilidad del sistema político socialista de no superar
el deseo de acumular riquezas que caracteriza al sistema capitalista por encima
del deseo de contribuir.
Precisamente, este argumento lo conduce a
ingresar al terreno de la exclusión de la diferencia colonial que obliga al
estudio y análisis desde la exterioridad. Luego, se dedica al análisis de
categorías tales como el racismo y la universalismo discutidas por Wallerstein
quien según Mignolo olvida el colonialismo luego de desmontar ambas. Caso
opuesto el de Quijano y Dussel quienes con sus conceptualizaciones de
colonialidad del poder y transmodernidad se orientan a tal fin. Producir,
transformar y expandir unas ciencias sociales independientes de aquellas
eurocentradas es la tarea propuesta.
Así,
pues, alcanzamos el cuarto peldaño de la estructural discursiva de Mignolo en
la que descompone sus perspectivas de colonialidad del poder, dependencias y
eurocentrismo. En el mismo sostiene este autor que existe una modernidad con
una colonialidad como elemento constitutivo y ello intencionalmente desde las
miradas geopolíticas de la civilización occidental y el sistema mundial
moderno-colonial con el apoyo de la noción de re-originalización de Quijano. Se
crea así una relación entre colonialidad actual y post-colonialidad o
colonialidad global. Lo que inquieta a Mignolo para proponer la urgencia de pensar
y producir conocimientos desde la diferencia colonial.
El
último nivel de argumentación de este autor lo dirige al estudio y análisis del
eurocentrismo y geopolítica del conocimiento insistiendo en los límites que
impone la diferencia colonial epistémica lo que resulta en el cese de la
validez de la epistemología occidental provenga de derechas o izquierdas. No es
suficiente sustentarse en el universalismo o la globalización tal y como lo
hace Zizek, a propósito, luego de analizar su analogía nos ofrece su propuesta
de pensamiento límite: la diversalidad como red que se opone a la universalidad
en función de criterios transversales.
El
autor en cuestión expresa un aporte importante en la forma del diferencia
colonial epistémica mediante el análisis minucioso de autores situados en
diversas disciplinas como la filosofía, la sociología y los de talante
intelectual. Ello representa una contribución excepcional que debe dejar el
sabor de no ser una propuesta más para quienes como él defienden la especificidad
epistémica de los colonizados del sur. Sin embargo, nos deja una inquietud en
la necesidad de definir o precisar si es una búsqueda más, en que estadio de
esa búsqueda se encuentra o si por el contrario es un esfuerzo aislado,
desintegrado del todo que representan los esfuerzos de quienes por su lado
indagan en la misma dirección. Mención aparte merece una inserción que se
quiere dilucidar o mejor se plantea para la reflexión y posterior discusión. La
necesidad espiritual del hombre tiene una huella histórico-evolutiva que según
él se debe complementar con el espacio vinculado a la dimensión política. Pues
bien, la interrogante se orienta a dudar si la importación de la religión o la
cristianización además de un mero elemento colonizante, de representar una
cortina o barrera no es más bien la necesidad de asumir una actitud natural que
siempre ha existido en la Humanidad. Basta recordar las huellas de tal
naturaleza en las grandes civilizaciones de América Central y del Sur.
En
otro orden de ideas, la actitud crítica científica en el seno de la filosofía o
la sociología tiene connotaciones de orden científico, sin embargo, como
estrategia contribuye a buscar una etapa resolutiva de las problemáticas y en
algunos casos a reelaborar procesos que como la epistemología así lo requiere
para su sentido y valor regional. La diversalidad trae consigo nuevas
complejidades que dejan como desafíos la conformación de novedosas metodologías
que deben conforman un cuerpo integrado de propuestas para darle forma y solidez
a esa epistemología de la diferencia colonial
que menciona Mignolo. Y se afirma
lo anterior por el cuestionamiento implícito que se hace al paradigma integral
de la complejidad cuyo exponente es Edgar Morín. Es decir, la propuesta de
Mignolo, intencionalmente o no, en ideas
en círculo aterriza en la idea de complejidad moriniana.
Incluso
en su análisis de los autores adopta un enfoque multidisciplinario y hasta
transdisciplinario al observar el valor para la ética, la política y otras
áreas de la geopolítica del conocimiento y diferencia colonial. Concepción multidimensional del objeto de
estudio requerida para una construcción de lo cuestionado.
La
segunda obra a reseñar es “El campo científico” de Pierre Bourdieu con el fin
de extraer aportes relevantes para los objetivos de nuestras tesis. Estructura
Bourdieu su texto en subtemas guías de su discurso: la lucha por el monopolio
de la competencia científica, la acumulación del capital científico, capital
científico y propensión a invertir, el orden científico establecido, de la
revolución inaugural a la revolución permanente y la ciencia y los doxósofos.
Así, Bourdieu inicia con una idea central: el campo científico es un espacio en
el que la competencia es una lucha por el monopolio de la autoridad científica,
entendiéndose campo científico como es un sistema de relaciones objetivas entre
posiciones adquiridas anteriormente.
En
ese orden de ideas, se trata de un reconocimiento social en sincronía con el
incremento de los recursos científicos
acumulados y la autonomía del campo el cual produce y lleva implícita
formas de intereses en dualidad: intrínseco y extrínseco. Las prácticas derivan
en la búsqueda de autoridad científica determinada por un interés. De tal
manera pues que los conflictos epistemológicos son una clara señal de conflicto
político por tanto este sociólogo francés pretende delimitar su enfoque al
ámbito epistemológico. Es así como un investigador hace su trabajo interesante
tanto para él como para los otros sin descuidar lo que representa la
respetabilidad académica. De allí que al recordar el campo científico como un
escenario de antagonismo político por la consecución del dominación científica
el investigador se vuelque al beneficio científico del reconocimiento.
Vistas
las anteriores consideraciones, la autoridad científica sustancialmente es un
capital social traducido en clientes representados en sus competidores quienes
le reconocerán sus productos. Ello obliga a someterse a los cánones impuestos
en cuanto a concepción de ciencia de la autoridad dominante en el ámbito
científico en función de sus intereses. Muy relevante es la discusión abordada
por Bourdieu sobre el descubrimiento como hecho científico, el derecho de
propiedad científica que remite al debate epistemológico entre la visión
positivista y las posturas interpretativas y sociocríticas alimentando las
luchas científicas en el seno del campo científico.
Precisamente,
la autoridad científica afirma este sociólogo es aquel capital que puede ser
acumulado, transmitido y reconvertido al cuidar una carrera exitosa en términos
de reputación y prestigio fundamentados en criterios de valor distintivo y
originalidad incluso en escenarios de administración o detentación de cargos de
autoridad. En relación con esta afirmación el concepto de visibilidad (relativa
o intrínseca) es un concepto crítico y que puede incluso asumirse como un
patrón injusto que coloca al inexperto o al experto desinformado en situación
de desventaja.
La
estructura del campo científico en sus transformaciones es intermediada por las
estrategias de conservación o de subversión de la estructura dada la
comprensión de los cambios en virtud de las inversiones en la investigación en
la administración científica. La lucha científica y política se expresa en formas
que dependen de la estructura del campo en tanto monopolio del capital
específico de autoridad científica y la competencia en condiciones equitativas
de distribución del capital entre todos los competidores conformándose el
derecho de entrada.
Resultado
de esta competencia el campo autónomo se va estructurando homogéneo en la
medida que los recursos científicos acumulados se incrementan originando así la
posibilidad de transformaciones permanentes en pequeña escala en confrontación
con la ciencia oficial, el sistema de enseñanza en el que se producen y
reproducen los bienes científicos entre otras funciones y los instrumentos de
difusión destinados a la consagración de quienes producen sus bienes
científicos. Sin embargo los dominados o recién llegados ejercen su poder de
decisión al seleccionar estrategias de subversión o de sucesión en la invención
resolucionadora o la invención herética planteada al orden científico
establecido. Un rol fundamental sostiene Bourdieu lo cumple el habitus científico
inculcado por el sistema de enseñanza.
De
esta manera, se impone un dilema que invita a reflexionar sobre el vínculo
entre el orden social y el orden científico en el que el primero debe ajustar
las condiciones para que la verdad sea el principal interés más no los
intereses específicos de quienes están involucrados en el segundo. La marca
ideológica se refleja en las teorías parciales de la ciencia y sus
transformaciones. La cientificidad queda sepultada en detrimento del avance
científico, más aún, todo propósito de cambiar el orden científico lo
interpreta Bourdieu como “revoluciones contra el orden establecido”. Sin
embargo, este efecto se reduce si la institución acompaña la intención de
transformación lo que incide en la eliminación de las consecuencias políticas,
denominado por este sociólogo como “dogmatismo legítimo”.
En
consecuencia, lo impensado, la doxa o la influencia de los doxósofos se
debilita en razón de la fuerza e intensidad del antagonismo generado en el seno
de la estructura de campo. Colaborando a ello las disfuncionalidades tales como
el secreto y el rechazo a la colaboración. A propósito de los doxósofos y la
ciencia está última es validada colectivamente por los que representan sus
fundamentos, lo que el sistema de enseñanza trasmite y los mecanismos
institucionales instaurados para garantizar la selección social y escolar de
los investigadores, su formación, el control para utilizar los instrumentos de
investigación y su publicación. Todo ello bajo la figura de la doxa de censura
para unos y de denuncia para otros, ambas plenas de arbitrariedad social. En
este escenario los doxósofos, sabios en apariencia o sabios aparentes, se
desvinculan del orden social al monopolizar ciertas prácticas o de reflexión de
sus prácticas mediante el uso de jergas eruditas para efectos de una falsa
ruptura propios de campos sin autonomía.
Continúa
Bourdieu en su discurso con la idea de la inexistencia de la ciencia neutra por
considerar que la ciencia social participa en la lucha política otorgándole
carácter de ciencia autónoma y cientificidad a la sociología, en contraposición
de aquellas que imitan el valor acumulativo o la apariencia de la acumulación.
Y frente a sus adversarios emiten estrategias de cierre o de denegación
generando un círculo de intimidad. En estas condiciones plantea este sociólogo
cabe destacar la figura de los adversarios cómplices quienes en realidad son
los que ejercen el control y la censura. Por ende, la transformación de los
principios del funcionamiento del campo científico es la clave para invertir la
relación de fuerzas en el mismo.
De
acuerdo con ese planteamiento, la
sociología de la ciencia no es relativista, tiene claras definiciones de la
diversidad de posiciones relacionadas con representaciones de la ciencia traducidas
en posturas epistemológicas que en realidad reflejan la ideología. En suma,
Bourdieu refrenda su texto afirmando que el buen sociólogo se distingue por
tomar como objeto a sus adversarios y sus estrategias y el juego que dirige sus
propias estrategias asomando su posible gobierno o dominio de su sociología y
su metasociología.
Muy
a propósito de los lineamientos epistemológicos, sociológicos, filosóficos,
teóricos que inciden en nuestros países del sur, Pierre Bourdieu aporta el
paralelismo del concepto de campo científico que por mucho que debatamos o nos
rebelemos siempre estará inmerso en nuestra específica sociología. Obligada
reflexión acerca de lo que Bourdieu sostiene para los investigadores, sus
decisiones y su carrera porque existen adversarios cómplices.
De
modo pues que Mignolo aborda la diferencia epistémica colonial como un categoría
de análisis clave para entender el decolonialismo desde la contraposición con
posturas epistémicas de otros autores o teóricos: Dussel, Wallerstein, Quijano,
entre otros. La deconstrucción crítica de Mignolo de las narrativas de estos
autores configura su epistemología del sur, una epistemología regional,
decolonizante. Se entiende que se avecina una construcción teórica regional con
categorías propias y cuya esencial pretensión es visibilizar la diversidad de
historias locales que posibilitan su emergencia desde la marginalidad.
La
descolonización se erige como un proceso complejizante mediante el cual se
asumen los retos y desafíos de la superación de los rezagos epistemológicos
relacionados con los modos de interpretar y comprender la realidad, el poder,
el ser ontológico. En virtud de ello, se considera la necesidad de crear un
mundo sin excluidos tributados éstos por los beneficios del buen vivir y el
bien común. Es un mundo pluricultural entretejido por el diálogo de saberes con
una nueva convivencia.
Mientras
tanto en el lado de Bourdieu se encuentra la conceptualización de campo
científico. Su elaboración representa un esfuerzo para comprender e interpretar
las relaciones existentes en el mundo científico, en la comunidad científica
como un todo totalizante y de naturaleza social.
Obras
reseñadas:
Mignolo,
W. Geopolítica del conocimiento y diferencia colonial. Academia. Revista sobre
enseñanza del Derecho año 9, número 17, 2011, págs.
67-84. Buenos Aires, Argentina (ISSN
1667-4154)
Bourdieu, P. (s/f) El campo científico. Publicado
originalmente en Actes de la recherche en sciences sociales, No. 1- 2,
1976, bajo el título Le champ scientifique. Traducción de Alfonso Buch,
revisada por Pablo Kreimer.